A los 14 años encontraron que había desarrollado una escoliosis que me obligó a llevar un corse ortopédico durante un año de mi vida. Era una niña inquieta y activa que adoraba bailar y jugar, con lo cual esa experiencia me resultó muy traumática.
Mi primera vocación, la danza y el teatro me llevaron a la Escuela de Arte Dramático en Barcelona y ahí se me hicieron más y más evidentes las relaciones entre la postura y el personaje.
Un posterior accidente de tráfico y diferentes situaciones familiares fueron la semilla para que pudiera encontrar mi auténtico don : la empatía del tacto.
Así pues me formé como quiromasajista, reflexóloga podal y finalmente como Osteópata, ejerciendo simultáneamente de asistente con reconocidos terapeutas de diferentes especialidades como la Diafroterápia o la Bioenergética.
Una visión holística y de constante renacimiento son el eje de mi vida.
Hoy en consulta, considero mi trabajo con el paciente como un trabajo en equipo, para el reequilibrio del organismo es necesario la disponibilidad.